jueves, 8 de febrero de 2018

Por quién doblan las campanas (John Donne)



Jhon Donne es considerado el mejor poeta en lengua inglesa del siglo XVII, nació en el seno de una familia de férrea creencia católica. Estudió en las universidades de Oxford y Cambridge, aunque no obtuvo título alguno, pues su condición de católico se lo impedía. Viajó durante algunos años, y conoció al guardasellos del rey (sir Thomas Egerton), quien lo nombró su ayudante particular, cargo que desempeñó durante cinco años. Sin embargo, parece que se mantuvo en el puesto más por su relación con Egerton, con quien le unía una buena amistad, que por la eficiencia de su trabajo, pues Donne huía de las responsabilidades para refugiarse en sus versos, por aquellas fechas ya numerosos y siempre dirigidos a alguna dama a la que conocía.
Sus versos se alejan del petrarquismo para dirigirse a la mujer de carne y hueso a través de una poesía de gran intensidad emocional, que evita las fórmulas en busca de un lenguaje más directo. Una de estas damas, Anne More, iba a convertirse, en su esposa, pero el matrimonio debió celebrarse en secreto a causa de la férrea oposición del padre de la novia. Éste, una vez conoció la unión de Donne con su hija, a la que dejó sin dote, hizo encarcelar al poeta. –
Su esposa le dio doce hijos– de extrema pobreza, por lo que sobrevivieron gracias a la caridad de la familia de su esposa y a los trabajos ocasionales que Donne conseguía. A pesar de la miseria, el poeta produjo durante estos años una vasta obra tanto en verso como en prosa.
 
En 1609, una grave enfermedad le acercó a la religión y empezó a escribir sus primeros poemas de corte religioso. Dos años más tarde entró a trabajar al servicio de sir Robert Drury, impresionado éste por una elegía compuesta por Donne a la muerte de su hija. Con Drury, para quien también escribió. Viajó por Francia y los Países Bajos y a su vuelta, y tras negarle el rey un puesto de trabajo en la corte, Donne se convenció de su fe religiosa y se ordenó sacerdote de la Iglesia Anglicana (1615). Posteriormente, se doctoró en teología y se convirtió en profesor de dicha disciplina, durante estos años se especializó en la redacción de sermones, cuyo éxito le valió ser nombrado, deán de la catedral londinense de San Pablo. Una nueva enfermedad, ésta en 1623, le inspiró nuevos poemas religiosos; a partir de entonces redactó sobre todo sermones, gracias a los cuales fue conocido popularmente y lo convirtieron en el predicador favorito de los reyes Jacobo I y Carlos I.



 
 


John Donne, a través de su poesía nos deja entrever que no tenía ni un pensamiento positivo ni negativo respecto a la vida, sino más bien casi neutro. Su forma de pensar en sí no es negativa, ya que cree que al ser todos uno mismo no hay un final, sino que se trata de una continuidad, en la que el límite no existe puesto que se trata de un ciclo.
Está hablando de un tema negativo aportándole una connotación positiva, lo que no puede hacer más que recordarme a Hamlet y a su tan famosa frase: "ser o no ser, esa es la cuestión" y es que en realidad los autores de ambos textos se están planteando la misma pregunta, pero desde puntos de vista distintos. Puesto que Hamlet lo hace desde la decepción y el dolor, se pregunta si realmente merece la pena existir en este desgraciado mundo en el que todo está perdido. Por otra parte, pese a ser la misma pregunta, John Donne llega a la conclusión de que la existencia merece la pena, discrepa en cuanto a la visión tan negativa del mundo que Shakespeare ofrece para expresar con palabras la visión esperanzada que él posee, ya que cree que somos uno, confía en la unidad. Está completamente seguro de que parte de ti muere cuando mueres pero que también nace cuando otro nace, debido a esa continuidad que ya he explicado con anterioridad. John no cree que la vida y la muerte sean dos caras de la misma moneda, sino más bien una sola cara sin límites en la que la vida y la muerte van de la mano y se funden en uno. A su parecer el mundo es equilibrio.
Tal vez la visión de John sea demasiado positiva para mi gusto, pero no creo tampoco que Hamlet se acerque a la realidad. De hecho creo que Donne sostiene esta teoría porque es su consuelo ante la muerte de alguna forma, porque para él es inconcebible que nazcamos y muramos solos, que seamos uno, alguien que al igual que surge desaparece. Y creo que en cierto sentido este autor lo que hace es refugiarse en esta idea del ciclo para creer que su existencia forma parte de algo, para sentirse partícipe de algo más grande, algo superior. No creo que sea a John al único al que esta teoría tranquiliza, pues estoy segura que en general, pese a que a mi me suene como una pequeña mentira tranquilizadora,  es un paradigma que a muchos les sirve con ese mismo fin, el de sentirse útiles en el mundo.

 


Capote

"Antes de negar con la cabeza, asegúrate de que la tienes" Truman Capote. En efecto esta es una de sus frases más conocidas ...