martes, 10 de septiembre de 2019

Safo de Mitilene o de Lesbos


No existen muchos datos biográficos sobre ella, y sólo se conocen algunos poemas y fragmentos extraídos de citas tardías (tradición indirecta) y de papiros. De hecho, prácticamente todo lo que sabemos de su vida lo deducimos de sus poemas.

Fue una poetisa griega que nació en la isla de Lesbos (actual Mitilene) entorno a los años 650/600 a.C.
La familia de Safo era bastante rica y formaba parte de la aristocracia, perteneció a una sociedad llamada thiasos en donde se preparaba a las jóvenes para el matrimonio. Su madre era Scamandronymos y su padre Cleis.


Pasó la mayor parte de su vida en su ciudad natal, salvo un breve exilio en la isla de Siracusa (actual Sicilia) debido a las luchas aristocráticas en las que probablemente se encontraba comprometida su familia perteneciente a la oligarquía local.

Pero cuando regresó a la isla de Lesbos fundó una escuela llamada «Casa de las servidoras de las Musas» para enseñar a jóvenes mujeres el arte de la poesía y las letras, además de danza, música, filosofía, gimnasia y las artes del placer. De sus poemas se deduce que se enamoró de alguna de sus discípulas y que probablemente mantuvo relaciones con ellas. De ahí proceden los términos lesbianismo y safismo, ambos usados para nombrar la homosexualidad femenina.


No se conoce exactamente la fecha de la muerte de Safo, pero se cree que fue entorno al año 580 a.C. y no se conoce la razón real de su muerte.

Una leyenda muy poco creíble sostiene que, tras ser rechazada por el joven marino Faón, se arrojó desde un acantilado en la isla de Léucade, esta roca era, al parecer, desde donde se lanzaban con frecuencia los enamorados para suicidarse. Esto no concuerda para nada con los poemas de su última época, en los que se describe a sí misma como una anciana que goza de una vida tranquila, pobre y en armonía con la naturaleza. Otra versión en cambio afirma que Safo lo escribió como metáfora de una decepción amorosa que tuvo con una de sus amadas, ya que en uno de sus fragmentos se describe como alguien que ya ha llegado a la vejez, es «incapaz de amar».

Pintura representando a Safo en el momento de su suicidio

Después de su muerte, se acuñaron monedas con su busto y los atenienses le erigieron una estatua en bronce. Dos siglos después de su muerte Platón se refiere a ella como "la décima musa".

En Roma, habían bustos de ella y los poetas latinos la alaban. Ya a partir de la época alejandrina se puso de manifiesto el interés por conservar su obra e intentar descubrir nuevas partes. Los poemas de Safo fueron acogidos con entusiasmo desde la antigüedad.
Ha sido probablemente la poetisa más traducida y más imitada de la antigüedad clásica. Es considerada una de los poetas más sobresalientes de la poesía lírica griega arcaica. Es además de los únicos representantes de la producción literaria lesbia.


La poesía de Safo se caracteriza por la exquisita belleza de su dicción, su perfección formal, su intensidad y su emoción.
Safo inventó el verso de tres endecasílabos y un adónico final de cinco sílabas conocido hoy en día como estrofa sáfica*. Escribió nueve libros de odas, epitalamios o canciones nupciales, elegías e himnos. De éstos sólo quedan algunos fragmentos y dos poemas completos: la Oda a la mujer amada, y la Oda a Afrodita.
El Himno en honor a Afrodita u Oda a Afrodia es uno de los poemas más conocidos de Safo. Y además, tiene la particularidad de que es probablemente el único poema de ella que nos ha llegado casi completo, ya que solo le falta un pequeño pedazo al inicio del tercer verso de la quinta estrofa. De los demás poemas de Safo, lo que nos ha llegado son estrofas o versos sueltos.

Desde un punto de vista formal, la obra está compuesta de siete estrofas sáficas. La estrofa sáfica, denominada así en honor a Safo.

La métrica grecolatina es diferente a la métrica española, por eso no es posible traducir estos versos de una forma adecuada. En griego, había vocales cortas y largas y los versos tenían cierta cantidad de sílabas largas y breves. Si leyéramos la oda a Afrodita en griego, notaríamos como todos los versos inician con una sílaba larga seguida de una sílaba breve.

El contenido de la oda es sencillo, básicamente consiste en un ruego que la escritora le hace a la diosa Afrodita, con el fin de que atraiga hacia ella un amor renegado. Aparentemente, quien se niega a aceptar el amor de Safo es una muchacha, aunque esto no es seguro, pues lo único que indica el sexo de la amada es la ausencia de una letra al final de la sexta estrofa. Algunos filólogos agregan al final de esta estrofa una letra ni (equivalente a la ene del español) y con esto aseguran que el sexo del amor de Safo es indeterminado. Ellos también se basan en que Afrodita es la diosa del amor heterosexual y ella no atiende ruegos de amores homosexuales, como sería el caso si se tratara de una muchacha.

Un fragmento de este poema es el siguiente:
Ποικιλόθρονὰθάνατ᾽ ᾽Αφρόδιτα,
παῖ Δίος, δολόπλοκε, λίσσομαί σε
μή μ᾽ ἄσαισι μήτ᾽ ὀνίαισι δάμνα,
πότνια, θῦμον.

ἀλλά τυίδἔλθ᾽, αἴποτ
α κἀτέρωτα
τᾶς ἔμας αὔδως αἴοισα πήλγι
ἔκλυες πάτρος δὲ δόμον λίποισα
χρύσιον ἦλθες

ἄρμ᾽ ὐποζεύξαια, κάλοι δέ σ᾽ ἆγον
ὤκεες στροῦθοι περὶ γᾶς μελαίνας
πύκνα δινεῦντες πτέῤ ἀπ᾽ ὠράνω αἴθε
ρος διὰ μέσσω.

α
ῖψ
α δ᾽ ἐξίκοντο, σὺ δ᾽, ὦ μάκαιρα
μειδιάσαισ᾽ ἀθανάτῳ προσώπῳ,
ἤρἐ ὄττι δηὖτε πέπονθα κὤττι
δηὖτε κάλημι

κὤττι μοι μάλιστα θέλω γένεσθαι
μαινόλᾳ θύμῳ, τίνα δηὖτε πείθω
μαῖς ἄγην ἐς σὰν φιλότατα τίς τ, ὦ
Ψάπφ᾽, ἀδίκηει;

καὶ γάρ αἰ φεύγει, ταχέως διώξει,
αἰ δὲ δῶρα μὴ δέκετ ἀλλά δώσει,
αἰ δὲ μὴ φίλει ταχέως φιλήσει,
κωὐκ ἐθέλοισα.

ἔλθε μοι καὶ νῦν, χαλε
πᾶν δὲ λῦσον
ἐκ μερίμναν ὄσσα δέ μοι τέλεσσαι
θῦμος ἰμμέρρει τέλεσον, σὐ δ᾽ αὔτα
σύμμαχος ἔσσο.
Que se traduciría de la siguiente manera:
¡Oh, tú en cien tronos Afrodita reina,
Hija de Zeus, inmortal, dolosa:
No me acongojes con pesar y sexo
Ruégote
, Cipria!

Antes acude como en otros días,
Mi voz oyendo y mi encendido ruego;
Por mi dejaste la del padre Zeus
Alta morada.

El áureo carro que veloces llevan
Lindos gorriones, sacudiendo el ala,
Al negro suelo, desde el éter puro
Raudo bajaba.

Y tú ¡Oh, dichosa! en tu inmortal semblante
Te sonreías: ¿Para qué me llamas?
¿Cuál es tu anhelo? ¿Qué padeces hora?
—me preguntabas—

¿Arde de nuevo el corazón inquieto?
¿A quién pretendes enredar en suave
Lazo de amores? ¿Quién tu red evita,
Mísera
Safo
?

Que si te huye, tornará a tus brazos,
Y más propicio
ofreceráte
dones,
Y cuando esquives el ardiente beso,
Querrá besarte.

Ven, pues, ¡Oh diosa! y mis anhelos cumple,
Liberta el alma de su dura pena;
Cual protectora, en la batalla lidia
Siempre a mi lado.
El poema inicia con una invocación. Safo llama a la diosa Afrodita y le ruega que acuda en su ayuda. Luego viene una larga digresión en la que la autora rememora una ocasión anterior en que la diosa la ayudó. El poema cierra con una estrofa en la que se reitera la solicitud de ayuda en la «guerra del amor», concepto antiguo que aún hoy conservamos y supone que el establecimiento de una relación amorosa es similar a una batalla.
* Estrofa mixta compuesta por tres versos endecasílabos sáficos y un cuarto pentasílabo adónico con acento en la primera sílaba. Es originaria de Italia, aunque ya se había usado por una de las poetas de la Antigua Grecia. Fue creada por Safo de Lesbos, poetisa de la Antigua Grecia.
Otros autores que usaron la estrofa sáfica son: Alceo, Cátulo, Horacio, Melino, Swinburne, Ginsberg, etc.
En España, apareció hacia el siglo XVI. Miguel de Unamuno demostró gran interés en ella. La utilizó y enriqueció en varias ocasiones.

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