lunes, 10 de febrero de 2020

Bertha Von Suttner


He tenido el placer de leer un pequeño ensayo sobre el Bertha Von Suttner y el pacifismo y tengo la enorme tentación de comentarlo, pero antes debiera poneros un poco en situación con una breve biografía sobre nuestra protagonista de hoy.
Bertha nació en Praga, el 9 de junio de 1843 y falleció en Viena, Austria-Hungría, el 21 de junio de 1914. Fue una novelista austríaca, reconocida por su infatigable labor como pacifista que dedicó la mitad de su vida a luchar por la paz, emprendió una actividad cotidiana para crear conciencia sobre la importancia de tribunales dé arbitrio internacional y denunciar el peligro del armamentismo ligado a los nacionalismos que comenzaban a surgir en Europa. También vinculó el tema de la violencia con las condiciones sociales de existencia, influida por la lectura de Tolstoi; y rescató el internacionalismo liberal kantiano o su pacifismo democrático, como una filosofía posible.
Bertha nació siendo Condesa de Kinsky. Educada por un tutor que era miembro de la corte austríaca, fue el producto de la sociedad aristocrática. Aceptó entonces la tradición militarista que venía con ella, pero se opuso más adelante. A los treinta años se empleó como tutora de las cuatro hijas de la familia Suttner. Allí conoció a su futuro marido. En 1876 estuvo durante un breve período en París para trabajar como secretaria de Alfred Nobel. Tras esto volvió para casarse con Arthur Gundaccar von Suttner. La familia de él desaprobó la unión así que durante los siguientes nueve años vivieron del fruto de sus trabajos.
Durante ese período Bertha escribió poesía, cuatro novelas y El inventario del alma, su primer libro ensayístico. Se trata de una obra con influencias de Spencer y Darwin en la que aspira a una sociedad que pueda hacer coincidir avances sociales con la paz. En 1885 fue aceptada por la familia Suttner y la pareja volvió a Austria donde Bertha escribió la mayor parte de sus libros, incluidas sus muchas novelas. Su vida estaba dedicada a la literatura hasta que entró en conocimiento de la Arbitrarían and Peace Association, en Londres, y otras organizaciones por la paz. Este tema fue incorporado en su segundo libro de ensayo La era de la máquina. Publicado en 1889, generó numerosos debates, y tuvo la triste virtud de adelantar los resultados del crecimiento armamentístico junto con el nacionalismo.
Su siguiente novela ¡Abajo las armas!, de 1889, de aplastante realismo, en la que una heroína sufre los desastres de la guerra, fue aceptada de inmediato por el público. A partir de esto se convirtió en una líder activa del movimiento por la paz: dio conferencias, organizó grupos y congresos, reclutó miembros. Fundó la revista pacifista Die Waffen Nieder, que dirigió hasta 1899. Sin duda sintió que el movimiento tenía éxito cuando Alfred Nobel le escribió diciéndole que pensaba implementar el Premio Nobel de la Paz.
Junto con su esposo trabajaron para conseguir apoyo para el Manifiesto del Zar. El documento es de Nicolás II de Rusia y lo escribió luego de la revolución de 1905. Ante el peligro inminente de que las masas derribaran la nobleza, por medio del manifiesto el Zar otorgó algunas libertades civiles. Suttner trabajó duramente para que se creara una Corte Permanente de Arbitraje. Su marido, Arthur, murió en 1902,
Casi recluida en Viena, salía sólo para misiones de paz que a veces Incluían largas y agotadoras giras. Recibió el Premio Nobel de la Paz en 11905. En agosto de 1913, enferma, dio una conferencia en el Congreso Internacional de la Paz en La Haya. Le dieron el premio como«generalísimo»del movimiento por la paz. Murió en junio de 1914, dos meses antes de que estallara la I Guerra Mundial que con tanta visión pudo preveer.



El artículo que he leído era de una naturaleza muy particular, pues no me ha informado sobre Bertha, me la ha presentado, me ha permitido conocerla, explorar su mente, su forma de pensar y me ha mostrado a su vez una forma completamente distinta a la mía de pensar. El ensayo me ha chocado mucho, me ha hecho reflexionar. Von Suttner sea probablemente de las personas más positivas del mundo, ella pensaba que todo el mundo tiene una parte buena, que todo se puede revertir y arreglar, que siempre hay una solución, un camino. Sus mensajes, sus ideales y su forma de pensar te hacen querer vivir, te dan fe y esperanza, en el mundo y en la humanidad. Me pregunto sinceramente cómo una persona rodeada por tanta guerra y masacre pudo mantener una actitud como esta. ¿No se sentiría acaso como un sueño fantasioso y ficticio? Tan importante fue y tan marcada dejó a la sociedad que la rodeaba que se le concedió un premio novel de la paz incluso y hoy en día, al menos yo, la considero una heroína, un ídolo. Es alguien a quien me es inevitable admirar y que a su vez, desde mi pesimista alma, envidio.

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