jueves, 10 de octubre de 2019

María de Francia


Otra de las literatas medievales más importantes, como ya he mencionado con anterioridad es María de Francia, que fue una extraordinaria escritora francesa desconocida, la primera poeta en lengua francesa cuando eran escasas las mujeres que se ocupaban del mester literario. A penas se sabe nada sobre ella, salvo que nació en la Isla de Francia y que vivió en Inglaterra a finales del siglo XII (cosa que suponemos porque algunos de los destinatarios de sus obras eran muchas veces un rey inglés, probablemente Enrique II, y Guillermo de Mandeville, que era el conde de Essex). No se sabe prácticamente nada más de su vida. 



Escribió en anglo-normando, una clase de lengua de oïl hablada entre las élites de Inglaterra y que correspondía con el dialecto francés de Inglaterra y Normandía. Aunque los eruditos no conocen la identidad de María de Francia, el nombre se ha deducido de una de sus obras, el Ysope, en la que firma diciendo que es "de Francia". Sus obras son una de las primeras muestras del amor cortés en la literatura, se la conoce como autora de tres obras de la segunda mitad del siglo XII y se dice que fue cultivadora de un género completamente nuevo, el lai*. Y sirvió además como modelo a muchos narradores que siguieron su senda, tanto en prosa como en verso.

Las tres obras que he dicho con anterioridad que tanto caracterizaban a María fueron: los Lais, la colección de Fábulas (el Ysopet) y el Espurgatoire Saint Patrice.
La primera es una colección de doce narraciones ambientadas en el mundo maravilloso y fantástico de Bretaña, inspiradas en las composiciones musicales de juglares bretones de lengua celta.
Las Fábulas derivan de la obra de Esopo, que fue traducida al latín y del latín al inglés por el rey Alfredo. María añade un eslabón más a esta cadena al traducir al francés el texto difundido por la versión del rey Alfredo.
El Espurgatoire Saint Patrice sufrió un proceso más breve, pues narraba originariamente en latín las peripecias del apóstol de Irlanda. María lo que hizo fue que tradujo al francés el relato latino.
Los Lais y las Fábulas se consideran anteriores a 1189, fecha de la muerte de los dos supuestos destinatarios de las dedicatorias, mientras que el Espurgatoire parece bastante posterior e incluso se ha llegado a pensar que podría ser de una María distinta, lo que no es imposible aunque resultaría sorprendente.

María de Francia es por tanto capaz de traducir o comprender tres lenguas distintas (el bretón, el inglés y el latín), escribe versos octosílabos en francés y de vez en cuando alude a autores de la Antigüedad clásica y deja traslucir un pensamiento y una mentalidad muy contemporáneas: no hay duda de que se trata de una mujer culta -y se muestra orgullosa de serlo-, que se inspira tanto en la tradición oral como en la literatura escrita. En gran medida, ella es el reflejo de la sociedad literaria de la segunda mitad del siglo XII, por la que ha pasado un renacimiento cultural y que refleja unas enormes ansias de conocimientos, con una curiosidad acorde con esos deseos de saber.


A mi parecer la obra más llamativa de María de Francia son los Lais, ya que nos se trata solo de una larga elaboración artística, sino que también contienen matices psicológicos y detalles que crea la autora que me parecen excepcionales. Son como pequeñas historias, narraciones de forma lineal, fáciles de comprender, de lectura ágil, con acción simple y sin apenas diálogos. He tenido la posibilidad de leer varios de sus lais, pero han sido cuatro los que especialmente me han impactado: El hombre lobo (Bisclavret en bretón), que trata de la historia de un licántropo que es noble y que nos ofrece una imagen positiva de los hombre-lobo en lugar de negativa. El pobrecillo es otro de los lais de María, en el que se narra la pequeña historia de cuatro hombres que amaban a una sola mujer y el resultado fatal de ese amor. El otro lai que me parece digno de mención es el de Madreselva, que nos da la oportunidad de leer la historia de amor imposible entre una reina y su sobrino. El último, Guigemar, en el que los protagonistas son la hermosa mujer encerrada de un hombre celoso y el caballero más hermoso, con una herida mortal en la pierna que solo el amor puede curar. Mi fragmento favorito de este pequeño relato es el siguiente:

"Ya se marcha Guigemar de la corte, pero antes hizo muchos regalos. Va a Flandes en busca de ganancias, pues allí había siempre combates y guerras. Ni en Lorena, ni en Borgoña, ni en Anjou, ni en Gascuña se podía encontrar en aquel tiempo a nadie que fuera tan buen caballero o que se le pudiera comparar.

Sólo un fallo había cometido Naturaleza al hacer a Guigemar: que éste nunca se había preocupado en amar; no habría dama ni doncella bajo el cielo, por muy bella o noble que fuera, que gustosa, si él la hubiera requerido de amor, no lo hubiera aceptado a su lado. Varias se lo pidieron a menudo, pero él no tenía ningún deseo; nadie se dio cuenta en ningún momento de que quisiera tener amores: por eso lo daban por perdido los amigos y los desconocidos.
En la flor de su mayor valía, regresa el caballero a su tierra para ver a su padre y a su señor, a su buena madre y a su hermana, que lo habían echado mucho de menos. Con ellos se quedó, según creo, un mes entero.
Un día le apeteció salir a cazar.Por la noche avisó a sus caballeros, a sus monteros y a sus batidores. Por la mañana va al bosque, pues mucho le agrada este entretenimiento. Encontraron el rastro de un gran ciervo y soltaron los perros; los monteros corren delante, el muchacho se va quedando atrás; un criado le lleva el arco, el cuchillo de monte y el perro: quería tirar, si había ocasión, antes de marcharse de allí. En la espesura de un gran arbusto vio una cierva con su cervatillo; era un animal completamente blanco, que tenía cornamenta de ciervo en la cabeza; a los ladridos del braco, salió de un salto: el joven tensa el arco y le dispara; la alcanzó por delante, en la testuz, y al punto cayó; pero la saeta rebotó hacia atrás, alcanzando a Guigemar de tal forma que le atraviesa el muslo y llega hasta el caballo, y lo obliga a desmontar: cae boca arriba en la hierba espesa, junto a la cierva a la que había alcanzado.La cierva, que estaba herida, se dolía y se quejaba; luego, empezó a hablar..."
En este breve fragmento la autora ya nos presenta al personaje y al mismo tiempo incluye, dentro de lo que podría ser un cuadro realista, elementos fantásticos, incluyendo siempre el tópico de sus lais, el amor. Si leemos la historia completa nos damos cuenta además de que María, en sus obras ofrecía su opinión y se dejaba ver a través de los personajes que creaba.


Lai*: María de Francia designa con el término "lai" unas composiciones musicales que los bretones tocaban en el arpa o la rota y, por extensión, se acabó designando con el mismo nombre a las narraciones breves de tema bretón, en las que el elemento maravilloso y los rasgos corteses desempeñaban un lugar destacado.

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